Bajo el abrazador rayo del sol de la mañana, Carmen Elisa* se levanta cada mañana con una única meta, salir adelante y olvidar su duro pasado. En su mente quedan las cicatrices de la violencia en su natal Leyva, Nariño, una colombiana más que sufrió el desplazamiento forzado, la violencia emancipada de un grupo guerrillero que al igual que a ella, ultrajó, abusó sexualmente y asesinó las ilusiones de sus pobladores y desterró su porvenir.
En medio de la amargura que le produce recordar su dura adolescencia y con los ojos encharcados de llanto, corta las palabras para soltar una pequeña frase que no lastime su corazón, “a los 15 años me sacaron de mi hogar, me llevaron para Bogotá donde no salía ni a la ventana y me obligaban a atender a mi captor. Él abusaba de mí, quedé embarazada muy joven y perdí ese bebé, es doloroso pero es la realidad de muchos colombianos”.
Esperando que se le presentara una oportunidad de cambiar de vida, Carmen Elisa pudo escapar de su captor, se fue a Cazucá, al sur de la capital de la república a vivir, pero la vida le jugaría una mala pasada. Luego de librarse de la guerrilla y buscar trabajo en la selva de concreto, un puñado de desadaptados pandilleros abusaron de ella, obligando a esta nariñense a irse de la capital a un lugar más tranquilo, más acogedor y que le hiciera olvidar su amarga juventud en donde no se le brindó la posibilidad de estudiar, disfrutar y experimentar los años veinteañeros como cualquier joven con un futuro promisorio.
Pero no todo fue malo en su experiencia en Bogotá, en una casa, mientras realizaba las labores domésticas, aprendió un arte que se convertiría en su motor de vida laboral “donde trabajaba, confeccionaban zapatos y poco a poco aprendí a confeccionarlos. Para este oficio se necesita destreza e ingenio y bueno me gustó todo el mundo de la zapatería y vi que era una gran oportunidad para salir adelante”.
Con su pequeña hija, producto del maltrato de su primer agresor, buscó un mejor rumbo y encontró esa paz tan anhelada en Mesitas del Colegio, a 41 kilómetros de Bogotá, en donde se estableció. Una idea le seguía rondando en la cabeza, crear empresa, generar empleo, ser independiente, brindar un servicio a la comunidad y olvidar su cruel pasado.
Un día, en la plaza central del pueblo, Carmen Elisa vio que había una feria de servicios, visitó cada uno de los stands y mirar que le atraería para comprar y llevar a su hogar, en uno de estos sitios vio algo que le interesó bastante.
“Una persona me entregó un volante del SENA, donde se daban cursos de formación, lastimosamente no había sobre confección de calzado pero hice un técnico en Recursos Humanos en una subsede aquí en Agua de Dios y gracias al señor mi hija y yo hemos salido adelante”, manifestó con una sonrisa doña Carmen Elisa.
Pero sus objetivos iban mucho más allá, ella como una mujer pujante quería montar su empresa de confección de calzado y que mejor forma que pedir ayuda al Fondo Emprender para adquirir los fondos necesarios para la consecución de su idea de negocio, “presenté mi idea, ellos la vieron viable de ejecutar, así y después de muchas reuniones, guías, visitas, mejor dicho prueba y error, el SENA nos otorgó 77 millones que se entregaron en maquinaria, adecuación de la planta física y la energía, compra de materia prima y para pagar la nómina de la empresa”.
Las metas a alcanzar para la condonación de la deuda son altas más no imposibles, 3.000 pares de zapatos debe vender doña Carmen Elisa para que en su totalidad quede la empresa a su nombre, sin deudas y con ganancias mensuales.
“Mi madre es mi gran heroína, sé lo difícil que ha sido nuestra vida, pero aquí hemos forjado un futuro, ella hace todo por salir adelante y por brindarme una educación estable y es algo que mi dios se lo va a recompensar”, afirma Tatiana*, hija adolescente de doña Carmen Elisa.
Esta colombiana ha tenido momentos de mucho estrés, no comparados a la violencia que vivió en su adolescencia, la demora en la entrega de una máquina, los contratiempos con la materia prima, la gran demanda de artículos de calzado para colegios y empresas, entre otros, la ha llevado a llenarse de paciencia, paciencia que aprendió en el duro trajín de su vida.
“Es un modelo de mujer, es un ejemplo a seguir por su empuje y determinación para un mejor porvenir. La ayuda que le hemos brindado como SENA ha sido inmensa, porque es a estar personas que se le deben apuntar para el desarrollo productivo colombiano¨ afirma el gestor y ángel de la guarda de doña Carmen Elisa, Gustavo Rodríguez gestor del Fondo Emprender.
Miles de colombianos como Doña Carmen Elisa han sufrido el flagelo de la violencia, como ella no han bajado los brazos, no se dejan amedrentar ante las circunstancias más difíciles y piden una pequeña oportunidad para dejar el rencor y el odio atrás y forjarse un futuro para ellos mismos, sus familias y sus conciudadanos. Ella es un ejemplo SENA de superación porque querer es poder.
* Se han cambiado los nombres para proteger la identidad de las personas.